Son muchos los cafés centenarios de Madrid los que, contra viento y marea, continúan animando nuestras calles y nuestras vidas ofreciendo los desayunos y las meriendas más castizos de la capital. Estos son algunas de nuestras sugerencias:
Antigua Pastelería El Pozo (desde 1830)
Fundada por la familia Agudo, es una de las mejores, tradicionales y artesanas pastelerías de Madrid, donde se siguen realizando los hojaldres de forma artesanal, con planchas de hojaldre rellenas de crema o cabello de ángel. Además, es famosa por sus roscones, pan de Cádiz y turrones. Situada en el número 6 de la calle del Pozo, toma su nombre de ésta, que a su vez debe el nombre a la tradicional creencia de un pozo milagroso, ubicado en esta calle y al que se habrían arrojado las reliquias de unos santos, hecho que provoco? “situaciones misteriosas”. El local ha sido objeto de varias reformas, pero se ha conservado el mobiliario original, con un mostrador de mármol y madera, máquina registradora antigua y una balanza clásica de dos platos.
Cafés La Mexicana (desde 1837)
A finales del siglo XIX, Dolores Levil Biel, una mexicana hija de españoles, viajó a Madrid para conocer la tierra de sus padres. Seducida por la ciudad, decidió instalarse y abrir una pequeña tienda de café en la calle Preciados, que terminari?a por ser conocida como “La Mexicana”. El café se lo proporcionaba José Rodríguez, abuelo del actual director de La Mexicana, que había comenzado tostando café en el patio de su casa. Ambos emprendedores colaboraron durante muchos años hasta que José se hizo cargo del negocio que hoy ocupa la tercera generación familiar. En los años 70 era tal el éxito de “La Mexicana” que era habitual ver largas colas de gente frente a la aromática tienda roja de Preciados. De hecho, en 1990 fue reconocida en el Guinness de los Records como “la tienda que ma?s cafe? vende en el mundo”.
Nuevo Café Barbieri (desde 1901)
Este café que abrió sus puertas en el castizo barrio de Lavapiés, toma su nombre del teatro Barbieri con el que compartía calle. En 1906 el café se trasladó a su ubicación definitiva en la calle del Ave María, más amplio y con permiso para tostar café en la acera de enfrente, adquiriendo el nombre Nuevo Café Barbieri. El local pronto se convitió en un punto de encuentro para jugar a las cartas, al billar o para conversar en tertulias, siendo el lugar de reunión de los supervivientes de la sublevación republicana del general Villacampa, así como de un variado grupo de intelectuales. El Café Barbieri de hoy ha sabido conservar el encanto de tiempos pasados con su elegante decoración de principios del s. XX siendo, además de en un lugar tradicional para disfrutar de un café o unas tapas, un espacio de intercambio cultural con actividades y conciertos de música en directo.
La Mallorquina (desde 1894)
Su nombre se debe al origen mallorquín de los fundadores y su producto estrella primigenio no era la napolitana actual, sino la ensaimada y el chocolate a la taza que les proporcionaba Matías López, cuya fábrica se encontraba en la cercana Montera y que degustaban los clientes en el saloncito que entonces estaba en lo que hoy es la trastienda. A día de hoy, se trata de un establecimiento con dos departamentos muy bien diferenciados, ya que tiene café-bar y pastelería, aunque también vende fiambres. Son famosas sus ensaimadas, napolitanas o trufas.
Chocolatería San Ginés (desde 1894)
Situado en uno de los pasadizos más antiguos de Madrid, entre Arenal y Mayor, existía un mesón, Lázaro López, que en 1894 se convirtió en churrería. El pasadizo era el lugar ideal para “choques de espadas” con los que lavar la honra y el escenario que utilizó Valle-Inclán para provocar el encarcelamiento de Max Estrella, alla? por 1920 en sus “Luces de Bohemia”. Su ubicacio?n junto al Teatro Eslava y la Iglesia de San Ginés ha proporcionado durante muchos años una numerosa clientela que, tras la función o la misa tomaba un chocolate con churros. Además su apertura hasta altas horas de la noche atraía a intelectuales, juerguistas, artistas, actores, poetas y escritores, que encontraban aquí un punto de encuentro. Hoy en día sigue siendo un local muy frecuentado.
La Flor del Pan (desde 1888)
Esta panadería, una de las más antiguas de Madrid, ha estado siempre atendida por algún miembro de la familia Pereira. Desde 2013 podemos encontrar La Flor del Pan en el número 17 de la calle Argensola, en un espacio que combina lo antiguo y lo moderno tanto en la zona de panadería (donde podemos comprar pan y dulces para llevar) como en la pequeña zona de restauranción (donde podemos degustar exquisitos desayunos).
Café Gijón (desde 1888)
Cuando a su regreso de Cuba en 1888, el asturiano Gurmensindo Gómez invirtió el fruto de su trabajo en el “Gran Cafe? Gijo?n” en honor a su ciudad natal, jamás imaginó que su café acabaría considera?ndose “el u?ltimo cafe? literario de Madrid”. En su sala han disertado personajes como Canalejas, Ramón y Cajal, Pérez Galdós, Romero de Torres, Cañabate, Gerardo Diego, Torrente Ballester o Cela, entre otros. Muchos han sido los dueños desde entonces, pero hay dos cosas que no han cambiado a día de hoy, nunca ha dejado de ser un café ni ha cambiado su nombre.
Café Varela (desde 1884)
Este histórico café de finales del s. XIX fue el espacio donde varias generaciones de escritores y artistas se darían cita. En sus famosas tertulias participaron los hermanos Machado, Pío Baroja, Miguel de Unamuno o el poeta Emilio Carrere, que escribió gran parte de su obra en las mesas del café, y que recibe el merecido homenaje de una placa conmemorativa en el café actual. Tras un breve paréntesis durante la Guerra Civil, volverían allí las tertulias con personajes como Antonio Mingote, Rafael Azcona y Gloria Fuertes. La música tendría también su lugar en el Café Varela, donde a finales de los años cuarenta y durante los cincuenta eran frecuentes las actuaciones en directo. El antiguo café Varela cerró como tal a finales de los años cincuenta, pero hace poco ha reabierto sus puertas como cafetería y restaurante, con esa mezcla de recuerdos con el que deleitar a los clientes que cruzan su entrada.
Madrid 1883 (desde 1883)
Este café que antiguamente se conocía como «Café Económico» despachaba, a demás de buñuelos, churros, porras, chocolate caliente y leche de fabricación propia. Durante la Guerra Civil, la escasez de materias primas obligó a cerrar el café y mantener exclusivamente la actividad de reparto de porras y churros. Sin embargo el negocio sobrevivió y hasta día de hoy, creando artesanalmente deliciosas masas fritas con la misma receta de antaño.